A la hora de afrontar la construcción o el diseño de una oficina, las empresas suelen darle máxima prioridad a la ergonomía del espacio a través de, por ejemplo, el mobiliario o la iluminación. Sin embargo, un elemento clave en este sentido y, a su vez, comúnmente olvidado, es la reducción del ruido. Es precisamente aquí donde el diseño acústico desempeña un papel fundamental.
El ruido es uno de los factores que más afecta a la productividad y al bienestar de los trabajadores en una oficina. Ya sea en espacios abiertos o en oficinas privadas, algunos estudios afirman que la contaminación acústica es, con diferencia, el mayor lastre emocional para los empleados, pudiendo provocar un descenso de la productividad de hasta un 30%. Por ello, es de vital importancia planificar y aplicar soluciones que controlen y eliminen el eco, la reverberación y el ruido excesivo dentro del espacio de trabajo.
Antes de abordar cómo implementar soluciones acústicas en un espacio de trabajo , es importante conocer las principales fuentes de ruido que se pueden identificar:
El eco y la reverberación son fenómenos relacionados con la reflexión del sonido en superficies duras y desnudas, como paredes sin revestimiento, techos altos o suelos de piedra. En oficinas donde este fenómeno es común, las conversaciones pueden volverse confusas y el oído humano tiene que realizar un mayor esfuerzo para procesar los sonidos, pudiendo, incluso, ocasionar fatiga auditiva. Además, en salas de reuniones o zonas de trabajo con mala acústica, el eco y la reverberación afectan a la calidad de las videoconferencias, distorsionando la voz y haciendo más difícil la comprensión.
El ruido excesivo es uno de los problemas más comunes en las oficinas y está especialmente presente en los espacios abiertos. Este ruido suele provenir de diferentes fuentes como las conversaciones entre compañeros, los equipos electrónicos, como impresoras o teléfonos, o los sistemas de ventilación. La exposición prolongada a estos fenómenos suele provocar una disminución de la concentración, un aumento del estrés y la ansiedad de los trabajadores y un descenso de su bienestar, además de establecerse como un impedimento en las comunicaciones, generando frustración y sensación de pérdida del tiempo.
La transmisión de ruido entre despachos, o entre salas de reuniones y zonas comunes, es igualmente un problema relevante que no sólo afecta a la concentración de los trabajadores afectados, sino a los requerimientos funcionales de estos espacios, que pierden privacidad debido a esta filtración de sonido no deseada.
Existen diferentes soluciones que pueden ayudar a mitigar el ruido en las oficinas y, por consiguiente, mejorar el ambiente laboral:
El diseño acústico debe estar presente desde las primeras etapas de un proyecto de construcción y diseño de oficinas. A la hora de diseñar la nueva arquitectura y sus diferentes áreas, resulta imprescindible identificar cuáles serán las zonas con mayor contaminación acústica, o bien aquéllas con necesidades de confidencialidad o concentración, para planificar un tratamiento acústico adecuado a las diferentes áreas de trabajo. De esta forma, se separarán las zonas y los equipos más ruidosos hacia las esquinas, con el objetivo de atrapar el sonido que desprenden, y la zona de trabajo común se colocará lejos de las zonas de paso o de reunión, como el comedor, la reprografía o las salas de reuniones.
Además, también se recomienda crear zonas para usos concretos, como cabinas telefónicas y áreas silenciosas, donde se propicie la concentración. Así, las fuentes de ruidos estarán agrupadas y alejadas de la zona de trabajo y mejorará la acústica de la oficina.
Los elementos fonoabsorbentes y/o aislantes son una de las soluciones más comunes y efectivas para amortiguar el ruido acústico. Su ventaja no es solo la capacidad que muestran para aislar y absorber, sino que pueden instalarse en diversas superficies o zonas de la oficina, cumpliendo también una función estética.
La elección del mobiliario también juega un papel importante en el aislamiento acústico. Los muebles, en general, sirven de amortiguador natural del sonido pero algunos materiales muestran esta cualidad en mayor medida que otros.
Este es el caso de la madera o las superficies de tela. Estos elementos contribuyen a un mejor aislamiento acústico que, por ejemplo, muebles fabricados a partir de cristal, cerámica o acero, debido a sus propiedades de absorción y dispersión del sonido. En concreto, la madera reduce la transmisión de las ondas sonoras al reflejarlas y amortiguarlas, mientras que las superficies de tela, al ser porosas, permiten que el sonido penetre en sus fibras y disipan la energía sonora mediante la fricción interna.
Por ello, elementos como armarios, sofás y alfombras actúan como absorbentes de sonido, reduciendo la reverberación y minimizando la propagación del ruido entre diferentes áreas. Los suelos de moqueta también ayudan a reducir el ruido de pasos y otras actividades diarias.
El aislamiento y acondicionamiento acústico en oficinas no solo mejora la productividad, sino que también contribuye al bienestar general de los empleados. Apostar por implementar soluciones que lo mitiguen es una inversión crucial para una empresa, ya que de ello dependerá transformar un ambiente ruidoso y estresante para los trabajadores en uno más relajado y, por consiguiente, más eficiente.