La neuroarquitectura psicoanaliza el lugar de trabajo y condiciona el diseño de oficinas
«Si uno no cambia, no evoluciona y termina por dejar de pensar.» Remm Koolhaas
Ahora, aún nos parece ciencia ficción pero empezamos a considerar nuestro cerebro como un órgano moldeable. Tampoco debería chocarnos tanto ya que comprobamos cada cierto tiempo que no somos los mismos que hace treinta, diez, un año…e incluso, que por ejemplo, no somos idénticos después de leer tal libro o ver una película que nos conmueve. Evolucionamos continuamente y uno de los instrumentos para modelar nuestra mente puede ser el diseño de nuestra oficina.
El comienzo del desarrollo de la neuroarquitectura, es decir, de la aplicación de la neurociencia a la arquitectura, es difícil de fechar. Sin embargo, una de las primeras formulaciones contemporáneas más explícitas fue la del arquitecto Richard Neutra, quien, en la década de los 50, declaró que la arquitectura debía orientarse a satisfacer las necesidades neurológicas de sus usuarios.
Alison Whitelaw desde 2012 sostiene que la calidad del ambiente construido puede afectar el desempeño del cerebro, luego el ambiente donde se trabaja puede influir en su estado emocional y en su comportamiento. La unión científica entre la arquitectura y el estudio del cerebro se expresó gracias a las investigaciones del neurocientífico Fred H. Gage que, en 1998 junto con Peter Eriksson, advirtió al mundo sobre el descubrimiento de cómo el cerebro humano es capaz de fabricar nuevas células nerviosas. Esto se facilitaría más si la persona convive con un entorno más estimulante. Con este descubrimiento se pudo desmentir la idea que se creía en que el ser humano tiene un número limitado de células desde su nacimiento hasta su muerte.
Fred Gage (2003) presentó este descubrimiento en una convención de arquitectos, en el Instituto Americano de Arquitectura. Y enunció la siguiente idea: los cambios en el entorno, cambian el cerebro, por tanto, modifican nuestro comportamiento.
El entorno de las oficinas y, por tanto, el diseño de oficinas puede ocasionar lo mismo; el ruido, el olor, el espacio reducido, el tráfico, están muy retirados de las formas originales de percepciones y emociones dentro del que se edificaron los códigos originales del funcionamiento de nuestro cerebro. La percepción de todo lo que nos rodea, invariablemente nos produce reacciones emocionales ya sean de manera sutil o fuerte, inconscientemente o conscientemente, a todas las cosas nos generan un amor o un desprecio, y esto es igual con los edificios ya que son una parte esencial de lo cotidiano que rodea la percepción humana.